Estos días me ha sorprendido de una manera notable el especial sacrificio que exige el oficio de maestro y maestra. No tienen bastante con co-educar a promociones y promociones enteras de niños y niñas de todas las edades, sino que además encuentran ante sí a menudo el reto de la promoción contínua.
Es lo que han hecho precisamente los docentes del CEIP Las Granjas, quienes durante los últimos meses han compatibilizado su labor diaria con horas y horas de ensayos teatrales, para la puesta en escena en el Centro Social La Granja de un montaje de El enfermo imaginario de Molière.
Y me llama poderosamente la atención esta iniciativa, que se enmarca en la semana cultural del centro, porque según ellos mismos afirman han satisfecho en gran medida a los profesores y profesoras participantes "porque ha significado una oportunidad de trabajar unidos y realizar y finalizar un proyecto común que mostrar ahora a los alumnos y a toda la comunidad educativa.". Todo un ejemplo.
Mis profesores, los queridos maestros de mi colegio y el de mi hija, protagonizarán otras dos representaciones este lunes y el miércoles en horario escolar, para los alumnos de segundo y tercer ciclo de Primaria.
Siempre he creido y defendido la educación pública y hechos como éstos me confirman cada día de que pasta está hecho su profesorado. El Colegio Las Granjas siempre ha sido ejemplo y modelo para otros muchos centros, por multitud de motivos curriculares, pero como ex-alumna y ahora como madre me enorgullece que este tipo de personas, entregadas y abnegadas por enseñar y aprender a la vez, sean junto a mí y mi familia las encargada de co-educar a los mios.
Enhorabuena a la dirección del centro por la idea.
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