Este 15 de noviembre es especial para mí, y para la persona que llena en la actualidad mi vida. Hace 4 años a esta hora hacía frente a mi maternidad y al inicio de una nueva vida donde ella lo impregna todo, mis días y mis noches; mis sueños y mis anhelos; mis preocupaciones y mis desventuras. Dos historias en paralelo unidas por la consanguinidad y por un sentimiento mutuo a prueba de bomba, capaz de levantar el mundo y a la vez de sumirlo en mil pedazos. Ariana es un cielo azul plagado de hermosos destellos; aquellos que con una sonrisa hacen desaparecer la pesadumbre de una vida a la que todos nos enfrentamos en igualdad de condiciones: unos para ser felices y otros para sufrir. Sin embargo la filiación es un hecho que constata lo que las mujeres somos desde el origen de los tiempos y que entronca con nuestras primitivas ansias de protección, y el papel de criadoras y de madres. A ello unimos en estos tiempos de locos el trabajo, que nos priva del tiempo necesario al lado de nuestros hijos; y un decálogo de múltiples responsabilidades que nos dan consciencia de género y del largo camino aún por recorrer y que personalmente ando cada día con el deseo de que lo que algunos han llamado `empoderamiento de las mujeres´sea un derecho y no una exigencia social. A ella, a mi hija, dedico hoy estas líneas...
Blanca y cálida piel de luna
que sucumbes con tu abrazo mis sentidos
y con tu cabello de oro enredas mis sentimientos.
Eres pasión y ternura,
madurez revestida de ángel
que vigilas entre suspiros mis sueños y mi vida,
acariciando con sabias lecciones las estructuras de mi ser.
Bastón de mis manos y guía de unos ojos
que con orgullo descubren cada día la aventura de verte crecer;
de acariciar tu alma menuda y tu corazón inmenso de niña
que los años martillearán con alegrías y tristezas...
Un latinazgo vestido de rosa y púrpura
que me llamas entre sueños y espabilas mis horas,
que enmudeces mi llanto y multiplicas mi risa
y endulzas los momentos con el azúcar de tus besos.
A tí,
a mi sustento y mi delirio.
A mi razón de ser
y al ser de mi razón
que enamoras al mundo con una sonrisa
Blanca y cálida piel de luna
que sucumbes con tu abrazo mis sentidos
y con tu cabello de oro enredas mis sentimientos.
Eres pasión y ternura,
madurez revestida de ángel
que vigilas entre suspiros mis sueños y mi vida,
acariciando con sabias lecciones las estructuras de mi ser.
Bastón de mis manos y guía de unos ojos
que con orgullo descubren cada día la aventura de verte crecer;
de acariciar tu alma menuda y tu corazón inmenso de niña
que los años martillearán con alegrías y tristezas...
Un latinazgo vestido de rosa y púrpura
que me llamas entre sueños y espabilas mis horas,
que enmudeces mi llanto y multiplicas mi risa
y endulzas los momentos con el azúcar de tus besos.
A tí,
a mi sustento y mi delirio.
A mi razón de ser
y al ser de mi razón
que enamoras al mundo con una sonrisa
encauzando mi senda sinuosa.
Gracias por existir... Siempre te echo de menos.
Gracias por existir... Siempre te echo de menos.
1 comentario:
Esa es una de las mejores razones para vivir que exsiten
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