10 de octubre de 2011

A LA MAR, POR QUEVEDO



La voluntad de Dios por grillos tienes,

Y escrita en la arena, ley te humilla;

Y por besarla llegas a la orilla,

Mar obediente, a fuerza de vaivenes.


En tu soberbia misma te detienes,

Que humilde eres bastante a resistilla;

A ti misma tu cárcel maravilla,

Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.


¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento

De ocupar a los peces su morada,

Y al Lino de estorbar el paso al viento?


Sin duda el verte presa, encarcelada,

La codicia del oro macilento,

Ira de Dios al hombre encaminada.

(Francisco de Quevedo)

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