Hace 100 años que la mujer accedió por primera vez a la universidad. Todo un hito que marcaría un primer paso en la formación superior de las estudiantes, el acceso a puestos de trabajo cualificados y salarios más elevados. Hoy, un siglo después, se puede aseverar que la mujer ha conquistado todos los ámbitos del mercado laboral, pero sin embargo quedan importantes retos por superar.
Para definir los objetivos del avance en igualdad, se celebró hace 15 años la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (China). Un acto en el que se fijaron las esferas de especial preocupación sobre las que era necesario adoptar medidas para fomentar la igualdad de género. En reconocimiento de estos tres lustros desde la adopción de la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción, el lema que encabeza este año la 35ª celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora es ‘Igualdad de Derechos, Igualdad de Oportunidades: progreso para todos’. Y es que, tal y como ha declarado el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon: “Hasta que no se logre liberar a las mujeres y a las niñas de la pobreza y la injusticia, todos nuestros objetivos –la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible- correrán peligro”.
Precisamente ante la ONU acaba de renovar la Unión Europea su compromiso con la igualdad de género. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, reafirmó el pasado lunes 1 de marzo dicho compromiso en nombre de la presidencia española de la UE. No quiso pasar por alto que, aunque es cierto que la UE cuenta con 130 mujeres ministras o secretarias de Estado, existen grandes diferencias en el índice de empleo femenino según los estados miembros y consideró que “las mujeres siguen estando muy poco representadas entre los responsables de la toma de decisiones en la economía”. Puso un ejemplo: representan un promedio de tan sólo el 11% de los miembros que integran los consejos de administración de las principales empresas europeas y un 3% de los directores de esos consejos.
Son los propios profesionales quienes consideran, además, que a las mujeres les cuesta más llegar a puestos directivos porque aún existe un alto grado de discriminación a esos niveles. Un desequilibrio en la jerarquía de las empresas que se refleja, por ende, en la retribución salarial.
De hecho el pasado 22 de febrero, declarado Día Europeo de la Igualdad Salarial por el Parlamento Europeo, se hizo público un documento para resaltar que la tasa media de empleo femenino en la Unión Europea es del 59,1%, un aumento considerable y constante desde el año 2000 que sin embargo “no se ha traducido en mejores condiciones de empleo para las mujeres, que siguen siendo víctimas de segregación profesional y sectorial”, dicta el texto. Aún es patente, por tanto, una diferencia salarial de entre el 14% y el 17,4% entre hombres y mujeres, lo que provoca que una mujer tenga que trabajar 52 días más cada año para igualar su salario al del hombre. Una brecha que es aún mayor en España, donde alcanza el 26%. Traducido en fechas, las mujeres tienen que trabajar 418 días, es decir hasta el 22 de febrero, para tener el mismo salario que perciben los hombres en un año (365 días).
Además, en este último año de convulsión económica, la falta de empleo ha provocado que amas de casa, jóvenes y mujeres por encima de los 45 años salen del hogar a buscar empleo. Sólo en el mes de febrero, se han sumado a las listas de los Servicios Públicos de Empleo un total de 41.675 trabajadoras, 2,1% más que en el mes anterior, hasta alcanzar la cifra de 2.029.961 mujeres desempleadas. En opinión de Almudena Fontecha, secretaria para la Igualdad de UGT, la crisis no puede ser la nueva excusa que interrumpa el proceso iniciado para avanzar en términos de igualdad en el mercado de trabajo. “La igualdad no sólo compete a las mujeres. Todos nos jugamos intereses colectivos y deberíamos instar a las Administraciones Públicas a realizar un ejercicio en este sentido”.
Sobre la incidencia de la crisis en los trabajadores también ha hablado Sara Elder, principal autora del informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) titulado ‘Las mujeres en el mercado de trabajo: Medir el progreso e identificar los desafíos’. El documento revela que es posible que el verdadero impacto de género aún no haya llegado. “Sabemos por crisis anteriores”, comenta Elder, “que las mujeres que pierden su trabajo tienen mayores dificultades de encontrar trabajo cuando comienza la recuperación económica”. Por eso hace hincapié en que “la igualdad de género no sea un objetivo político que se promueve en tiempos de bonanza y luego se olvide en tiempos difíciles”.
El informe de la OIT dice que el impacto inicial de la crisis económica mundial se sintió en sectores dominados por los hombres, como las finanzas, la industria manufacturera y la construcción, pero que desde entonces el impacto se ha extendido a otros sectores – incluyendo los servicios – donde las mujeres tienden a predominar.
Para definir los objetivos del avance en igualdad, se celebró hace 15 años la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (China). Un acto en el que se fijaron las esferas de especial preocupación sobre las que era necesario adoptar medidas para fomentar la igualdad de género. En reconocimiento de estos tres lustros desde la adopción de la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción, el lema que encabeza este año la 35ª celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora es ‘Igualdad de Derechos, Igualdad de Oportunidades: progreso para todos’. Y es que, tal y como ha declarado el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon: “Hasta que no se logre liberar a las mujeres y a las niñas de la pobreza y la injusticia, todos nuestros objetivos –la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible- correrán peligro”.
Precisamente ante la ONU acaba de renovar la Unión Europea su compromiso con la igualdad de género. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, reafirmó el pasado lunes 1 de marzo dicho compromiso en nombre de la presidencia española de la UE. No quiso pasar por alto que, aunque es cierto que la UE cuenta con 130 mujeres ministras o secretarias de Estado, existen grandes diferencias en el índice de empleo femenino según los estados miembros y consideró que “las mujeres siguen estando muy poco representadas entre los responsables de la toma de decisiones en la economía”. Puso un ejemplo: representan un promedio de tan sólo el 11% de los miembros que integran los consejos de administración de las principales empresas europeas y un 3% de los directores de esos consejos.
Son los propios profesionales quienes consideran, además, que a las mujeres les cuesta más llegar a puestos directivos porque aún existe un alto grado de discriminación a esos niveles. Un desequilibrio en la jerarquía de las empresas que se refleja, por ende, en la retribución salarial.
De hecho el pasado 22 de febrero, declarado Día Europeo de la Igualdad Salarial por el Parlamento Europeo, se hizo público un documento para resaltar que la tasa media de empleo femenino en la Unión Europea es del 59,1%, un aumento considerable y constante desde el año 2000 que sin embargo “no se ha traducido en mejores condiciones de empleo para las mujeres, que siguen siendo víctimas de segregación profesional y sectorial”, dicta el texto. Aún es patente, por tanto, una diferencia salarial de entre el 14% y el 17,4% entre hombres y mujeres, lo que provoca que una mujer tenga que trabajar 52 días más cada año para igualar su salario al del hombre. Una brecha que es aún mayor en España, donde alcanza el 26%. Traducido en fechas, las mujeres tienen que trabajar 418 días, es decir hasta el 22 de febrero, para tener el mismo salario que perciben los hombres en un año (365 días).
Además, en este último año de convulsión económica, la falta de empleo ha provocado que amas de casa, jóvenes y mujeres por encima de los 45 años salen del hogar a buscar empleo. Sólo en el mes de febrero, se han sumado a las listas de los Servicios Públicos de Empleo un total de 41.675 trabajadoras, 2,1% más que en el mes anterior, hasta alcanzar la cifra de 2.029.961 mujeres desempleadas. En opinión de Almudena Fontecha, secretaria para la Igualdad de UGT, la crisis no puede ser la nueva excusa que interrumpa el proceso iniciado para avanzar en términos de igualdad en el mercado de trabajo. “La igualdad no sólo compete a las mujeres. Todos nos jugamos intereses colectivos y deberíamos instar a las Administraciones Públicas a realizar un ejercicio en este sentido”.
Sobre la incidencia de la crisis en los trabajadores también ha hablado Sara Elder, principal autora del informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) titulado ‘Las mujeres en el mercado de trabajo: Medir el progreso e identificar los desafíos’. El documento revela que es posible que el verdadero impacto de género aún no haya llegado. “Sabemos por crisis anteriores”, comenta Elder, “que las mujeres que pierden su trabajo tienen mayores dificultades de encontrar trabajo cuando comienza la recuperación económica”. Por eso hace hincapié en que “la igualdad de género no sea un objetivo político que se promueve en tiempos de bonanza y luego se olvide en tiempos difíciles”.
El informe de la OIT dice que el impacto inicial de la crisis económica mundial se sintió en sectores dominados por los hombres, como las finanzas, la industria manufacturera y la construcción, pero que desde entonces el impacto se ha extendido a otros sectores – incluyendo los servicios – donde las mujeres tienden a predominar.
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