Las Trece Rosas es el nombre colectivo que se les dio a un grupo de trece muchachas, siete de ellas menores de edad (entonces establecida en 21 años), fusiladas por la represión de la dictadura del ejército franquista en Madrid, el 5 de agosto de 1939, poco después de finalizar la Guerra Civil Española. Un Tribunal Militar (causa número 30.426) les condenó «a la pena de muerte» por haber tratado de reorganizar las JSU y el PCE, para así perpetrar actos delictivos contra el «orden social y jurídico de la nueva España».
La Fundación Domingo Malagón, el PCE, la Fundación Trece Rosas (vinculada al PSOE) así como diversas asociaciones de recuperación de la llamada Memoria Histórica vienen participando cada 5 de agosto en un homenaje a las Trece Rosas que tiene lugar desde 1988, año en que colocó una placa conmemorativa en el lugar donde fueron fusiladas (hace ahora 70 años) junto al cementerio de la Almudena en Madrid.
En mayo de 2006, también en su honor, se inauguró en Getafe la Fuente de las Trece Rosas; una escultura compuesta por trece grupos de chorros de agua, cada uno de ellos con una escultura de acero que simboliza una vida truncada en la que está insertada una rosa y el nombre encastrado de cada una de las trece valerosas mujeres.
Aunque pocos lo conozcan, en Jerez nuestro particular homenaje a estas jóvenes heroínas se encuentra en las instalaciones del antiguo Colegio Blas Infante, donde el nuevo Centro de Adultos de la Zona llevará para siempre el nombre de estas trece mujeres.
Ayer el PSOE y el PCE, por separado, homenajearon ayer a las 'Trece Rosas'. En el acto, los socialistas, encabezados por su secretaria de Organización, Leire Pajín, rindieron tributo a estas jóvenes, con el descubrimiento de una placa conmemorativa que recuerda sus nombres. De esta forma, se cumplió, según Pajín, con la última voluntad de Julia Conesa, una de las 'Trece Rosas', quien antes de morir escribió: «que mi nombre no se borre de la historia».
Reivindicar la memoria histórica no es sólo un acto de justicia social sino una obligación de los poderes públicos por mantener vivo el recuerdo de unas jóvenes que dieron su vida por defender los valores constitucionales, la libertad y la democracia., y que en su día se plantaron para defender a este país de la miseria, de la ignorancia y de la desigualdad. Una cuestión que debería al menos recordarse entre los más jóvenes, desconocedores en la mayoría de los casos de esta triste historia y del contexto político en que se produjo.
Sin duda la emotiva misiva que la 'rosa' Blanca Brisac, la única casada del grupo, dedicó a su hijo Enrique antes de morir es un ejemplo de la altura moral y política de estas féminas que con su muerte, llevada ya a la gran pantalla, dieron a la sociedad española y a los defensores de la democracia. Según sostiene su hijo, Blanca no militaba en ninguna fuerza política. Era votante de derechas, pero prestó dinero a un músico militante comunista, Juan Cánepa; hecho que le valió la muerte. Sus palabras son un resumen de la historia de un país que no debe olvidar, porque el olvido es la muerte del alma. Os las reproduzco a continuación:
«Querido, muy querido hijo de mi alma: (...) Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabes, Quique mío. (...) No guardes rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor y tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. (...). Tu padre y yo vamos a la muerte. No sé si tu padre habrá confesado y comulgado, pues no le veré hasta mi presencia ante el piquete. Yo sí lo he hecho».
1 comentario:
Tremenda historia cada vez que alguien me la recuerda...aún no he sido capaz de ver la película...
Bessitos perrunos.
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