20 de julio de 2009

TUPPERSEX, EL NEGOCIO ITINERANTE


Ya se sabe que la crisis agudiza el ingenio. Los más sesudos emprendedores andan estos tiempos estrujándose las neuronas para dar con el negocio ideal en tiempo de vacas flacas, aquel que sea una mina de oro aún no explotada, y que atraiga -cosa harto complicada- el interés de los maltrechos consumidores. Sin embargo las actividades más elementales del ser humano y la más antigua por cierto, no parecen seguir los dictados del euribor, los índices de la bolsa de Madrid o Tokio o la inflación de la economía, entre otras variables macroeconómicas..

El mercado del sexo sigue vendiendo y si no mirad la foto que os añado. Captada en un rincón cualquiera de la ciudad. Ahí, aparcado, a la vista de todos y escaparate gratuito de quienes quieran solicitar sus servicios.

De pequeña solía asistir con mi madre y mis vecinas a las famosas reuniones del Tupper, aquellas que en el fondo eran una excusa para el encuentro de féminas y para picotear algo con el pretexto de la famosa fiambrera y todo lo que era capaz de albergar. De ellas recuerdo el salón de mi casa lleno de bote en bote de amas de casa riendo a carcajadas, deseosas de romper por unas horas la monotonía que sin querer imprimían los estrechos muros del hogar familiar, aquel donde la mujer no pocas veces hallaba su particular jaula de reclusión donde atender conveniente y diligentemente, eso sí, al marido y a los hijos.

Sin embargo en estos tiempos que ahora corren no podía imaginar que este formato tuviera éxito también entre las aficionadas al coqueteo del sexo, o simplemente a las mujeres que por diversión- esto es despedida de soltera a la vista- organizan encuentros para la compra de material sexual. No debe ir mal la cosa cuando el coche no para de dar vueltas por la ciudad, signo de un intenso trajin de tuppersex´s a la carta y a disposición del gran público.

Afortunadamente los tiempos cambian y las mujeres, como otros consumidores, buscan estas formas de liberación revestidas de humor y fantasía. La liberación sexual de la mujer es un hecho cada vez más consumado entre las más jóvenes, que no tienen pudor en anotar, dueñas como son de su propio destino, el número de teléfono que aparece serigrafiado en los laterales del turismo.

1 comentario:

Alfonso Saborido dijo...

A algunas fui yo con mi madre, y eran graciosas sí, pero claro yo era un niño y no me fijaba... pero al coche éste el otro día lo vi aparcado cerca de mi casa, éste u otro parecido.
El mercado del sexo tiene mucho poderío. Un día, fui con un amigo a comprar un regalo un poco guasón para otro amigo en un cumpleaños a un sex-shop. Entramos asustados, como si cometiéramos un delito. Para mi sorpresa, tuve que hacer cola en caja, con la línea esta que ponen en los bancos para que no rebases al cliene que están atendiendo. Y lo peor, que estaba lleno de conocidos... hola qué tal... ¡glub! ... y es que estamos todavía llenitos de complejos...