¿QUE ESTÁ PASANDO?
Reza un dicho popular que las desgracias nunca vienen solas. Y eso es lo que deben pasarle a las malas noticias. Te enteras de una, y a colación... varias de golpe. En el periodismo, al contrario que en la vida, las malas noticias son las que asoman el interés del receptor y las que acaparan los grandes titulares.
Sin embargo, y debe ser algo contagioso por la crisis, los desastres, las tragedias y los hechoS más luctuosos son los que vienen ocupando ultimamente las portadas en lugar de ir encasillados en la sección de sucesos como ha ocurrido tradicionalmente. Y escribo esto porque una ola creciente de violencia, tanto verbal como física, nos invade. Los políticos ahora tambien son objeto de violentas agresiones, y si no vean el caso del Consejero del Gobierno de Murcia; los secuestros de menores; las muertes sin resolver...
Un totum revolutum fruto del estado de crispación que vive esta sociedad, fomentada claro está más por unos que por otros. Cuando nos dirigimos al espectador, al televidente, al oyente o al lector de prensa hay que medir muy bien las palabras, como sabemos los profesionales de los medios, lo que se llama responsabilidad social.
Otras profesiones deberían haber aprendido lo mismo. La política que lo copa todo es un ejemplo de ello. Tanto insulto, difamación y calumnia no es gratuita... y al final pasa lo que pasa. Llamemos a la sociedad civil a la calma, a la solidaridad de los unos con los otros, a decir las verdades enteras y no a medias. Porque este discurso no es bueno y las nuevas generaciones no pueden presenciar este espectáculo lamentable.
Sin embargo, y debe ser algo contagioso por la crisis, los desastres, las tragedias y los hechoS más luctuosos son los que vienen ocupando ultimamente las portadas en lugar de ir encasillados en la sección de sucesos como ha ocurrido tradicionalmente. Y escribo esto porque una ola creciente de violencia, tanto verbal como física, nos invade. Los políticos ahora tambien son objeto de violentas agresiones, y si no vean el caso del Consejero del Gobierno de Murcia; los secuestros de menores; las muertes sin resolver...
Un totum revolutum fruto del estado de crispación que vive esta sociedad, fomentada claro está más por unos que por otros. Cuando nos dirigimos al espectador, al televidente, al oyente o al lector de prensa hay que medir muy bien las palabras, como sabemos los profesionales de los medios, lo que se llama responsabilidad social.
Otras profesiones deberían haber aprendido lo mismo. La política que lo copa todo es un ejemplo de ello. Tanto insulto, difamación y calumnia no es gratuita... y al final pasa lo que pasa. Llamemos a la sociedad civil a la calma, a la solidaridad de los unos con los otros, a decir las verdades enteras y no a medias. Porque este discurso no es bueno y las nuevas generaciones no pueden presenciar este espectáculo lamentable.
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