Estando lejos del estrés informativo que me consumía en otras épocas, el desempleo bien llevado como es mi caso (gracias a la vida por ponerme un nuevo reto en el camino) me hace vislumbrar las cosas desde otra óptica. Desde la distancia, y la cercanía al sentimiento de la calle, da la impresión que el 29-S pasará a la historia de la democracia como uno de los paros generales de menor seguimiento.
A mi juicio se equivocaron quienes pretendieron hacer de este día un plebiscito sobre el Gobierno y más concretamente sobre Zapatero, porque en realidad se preguntaba por la reforma laboral. Y, ¿qué sabía el ciudadano de a pie, consumido por cada vez más deudas, hipotecas y préstamos, en qué consistía la reforma?, ¿en qué beneficiaba y perjuidicaba a la clase obrera?, etc...
La calle sólo quiere que acabe la crisis y que lo haga quien sea. Los sindicatos mayoritarios de este país se han pegado el batacazo padre y a buen seguro que muchos trabajadores y funcionarios se lo tendrán en cuenta. Lo del piquete informativo es una figura que ya no gusta y que espolea la mala leche del o de la que la sufre.
Estamos en tiempos de cambios para todos, y a los sindicatos tambien les toca reflexionar sobre el tipo de política social que defienden o persiguen, porque su labor también lleva años en entredicho. Yo también quiero ser un liberado/a sindical y decir que defiendo a mis compañeros parados desde un despacho en un par de horas sindicales. Como en la política, el movimiento sindical está hoy por hoy en boca de los 4 millones de parados, que como yo, se sientan a esta hora de la tarde a verlas pasar...
España y los españoles son lo único que importa. Y la crisis... que desaparezca por donde vino por Dios.
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