UN POEMA PARA TÍ
Ariadna me susurra al oído
una canción infinita
de túneles sin salida
o autobuses sin destino,
de esperas fotocopiadas en esquinas,
de falsos diamantes rotos
en su vientre virgen.
Y sin embargo calla
la sal de su sudor
y las armónicas formas de sus senos
como si no existiese ni un gramo
de amargura en sus manos
que sostienen el origen
de todos los errores.
Y es quien es: cándida juventud
que camina con los ojos de agua
(sin dientes y sin huella)
paz y venganza de los frágiles.
Desconocida diosa
que colecciona ataúdes
para soles prematuros
y guía agujas en súbitas madrugadas.
Ariadna tararea su canción
a los náufragos sin salvavidas,
enciende hogueras
en acantilados, tierra adentro.
una canción infinita
de túneles sin salida
o autobuses sin destino,
de esperas fotocopiadas en esquinas,
de falsos diamantes rotos
en su vientre virgen.
Y sin embargo calla
la sal de su sudor
y las armónicas formas de sus senos
como si no existiese ni un gramo
de amargura en sus manos
que sostienen el origen
de todos los errores.
Y es quien es: cándida juventud
que camina con los ojos de agua
(sin dientes y sin huella)
paz y venganza de los frágiles.
Desconocida diosa
que colecciona ataúdes
para soles prematuros
y guía agujas en súbitas madrugadas.
Ariadna tararea su canción
a los náufragos sin salvavidas,
enciende hogueras
en acantilados, tierra adentro.
Fernando Cañas
No hay comentarios:
Publicar un comentario