CREAR LA NECESIDAD
Uno de los principios del marketing es crear la necesidad. Ya lo decía Vicky Baun “nadie tiene gran necesidad, la necesidad ha de crearse”.
Las grandes empresas y multinacionales lo han hecho a la perfección.: vende al público todo lo que no precisas y será un éxito seguro. Con la Navidad pasa lo mismo. Millones de euros en compras, regalos, objetos accesorios y de paso grandes dosis de hipocresía.
Cuando galopamos subidos en una crisis de aupa, seguimos comprando y gastando a velocidad de vértigo. Si no hay, crédito al canto que ya lo pagaremos.Tener una buena conciencia es una fiesta permanente. Pero, después del 6 de enero ¿qué?. Cierto es, que la verdad huye de los rincones y hoy por hoy ocurre que en ciudades como la nuestra y en otras asoma a diario la tragedia del desempleo, la carestía de alimentos y las economías sumergidas que me hacen dudar de los 30.000 parados oficiales que recalcan las estadísticas. No son tantos como dicen, ni dicen los que son.
Cuando no hay que llevarse a la boca, sobran las muestras vanas de opulencia, y de felicidad prefabricada. Claro que las fiestas mandan, aunque la tristeza se masque a veces por miles de rincones.
Prefiero ofender con la verdad que complacer con la mentira. En mi caso este año he dejado a un lado las buenas apariencias y reconocer que no está el horno para bollos, ni los bolsillos llenos de euros.Este año he dejado a un lado a los aduladores y me he sumado a los que lo necesitan. El Comedor del Salvador, que este miércoles junto con las hermanas de la Cruz son l as beneficiarias de una gala benéfica por la tarde en el Club Nazaret, necesita a gente que no crea necesidades triviales y huecas de contenido. No porque comas más gambas serás más feliz. Y eso no lo recogen los libros de citas célebres, lo dice quien suscribe. Feliz Navidad.
Las grandes empresas y multinacionales lo han hecho a la perfección.: vende al público todo lo que no precisas y será un éxito seguro. Con la Navidad pasa lo mismo. Millones de euros en compras, regalos, objetos accesorios y de paso grandes dosis de hipocresía.
Cuando galopamos subidos en una crisis de aupa, seguimos comprando y gastando a velocidad de vértigo. Si no hay, crédito al canto que ya lo pagaremos.Tener una buena conciencia es una fiesta permanente. Pero, después del 6 de enero ¿qué?. Cierto es, que la verdad huye de los rincones y hoy por hoy ocurre que en ciudades como la nuestra y en otras asoma a diario la tragedia del desempleo, la carestía de alimentos y las economías sumergidas que me hacen dudar de los 30.000 parados oficiales que recalcan las estadísticas. No son tantos como dicen, ni dicen los que son.
Cuando no hay que llevarse a la boca, sobran las muestras vanas de opulencia, y de felicidad prefabricada. Claro que las fiestas mandan, aunque la tristeza se masque a veces por miles de rincones.
Prefiero ofender con la verdad que complacer con la mentira. En mi caso este año he dejado a un lado las buenas apariencias y reconocer que no está el horno para bollos, ni los bolsillos llenos de euros.Este año he dejado a un lado a los aduladores y me he sumado a los que lo necesitan. El Comedor del Salvador, que este miércoles junto con las hermanas de la Cruz son l as beneficiarias de una gala benéfica por la tarde en el Club Nazaret, necesita a gente que no crea necesidades triviales y huecas de contenido. No porque comas más gambas serás más feliz. Y eso no lo recogen los libros de citas célebres, lo dice quien suscribe. Feliz Navidad.
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