20 de junio de 2014

JEREZ SE MUERE...


Cada día me invade la tristeza. Paseo por las calles del centro de Jerez y no reconozco el escenario. La frialdad de carteles de liquidación y las lunas pintadas de blanco en comercios vacíos me duelen en el alma.
Jerez, mi Jerez... no tiene futuro.
Mis amigos y familiares se marchan en busca de un futuro mejor, en una ciudad que ha sido rica gracias a sectores como una industria del vino cuya imagen se ha destruido a pasos agigantados.
En mi barrio de toda la vida, los niños y niñas juegan ajenos a las desgracias personales de sus padres. Amigas que me dicen que no saben como salir adelante o comedores sociales llenos mientras los señoritos de toda la vida siguen llenando bares y restaurantes como si nada. Miradas de indiferencia y de alejamiento a quienes portan ropas pasadas de moda, a pesar de tener conciencia del drama de miles de familias.
Jamás hubiera pensado que mi ciudad, ésta por la que abandoné otros sueños más lejanos, no pudiera darme la felicidad que antaño tuve.
La calle quieta. Las movilizaciones soterradas en un puño de sensibilidad. El miedo, la inseguridad y la falta de empleo destruyen minuto a minuto mis ilusiones, y las que tengo para mi hija en este rincón envidiable del sur donde vivo desde que nací. Sólo cambio y lucha se me vienen a la cabeza...

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