Será que con la edad las cosas pierden perspectiva, pero soy de las que piensan que los años no deben modificar nuestro carácter, ni tan siquiera nuestros gustos... Amo lo auténtico, mis lugares de siempre, intento cada día recuperar esos amigos de toda la vida que por avatares empezaron un día a apartarse de nuestro lado.
Estos días frecuento Piscinas Jerez, mi piscina de toda la vida; alma del verano del populoso barrio de La Granja, y mis recuerdos me llevan a una segunda infancia. Han cambiado muchas estructuras, se he mejorado las instalaciones y de aquella niña que chapoteaba en los vasos recreativos paso a ser una madre que lleva a su hija a disfrutar de los mismos avatares del agua.
Soy la de siempre, pero mis circunstancias (como las de cualquier humano) cambian. Lejos de los sofisticados clubes sociales, los spas o los hoteles con encanto... vuelvo a mis escenarios de toda la vida. Aquellos donde se paraba el tiempo mientras jugaba, con la excusa del verano, a miles de historias. Y siguen allí. Escondidas en mi memoria, y pienso... Me estoy haciendo vieja pero sigo adorando las mismas cosas.
Siempre he sido de la opinión que los servicios públicos son mejorables, pero siempre necesarios y me siento igual que hace 30 años disfrutando de ellos a unos módicos precios. Una chica de barrio que disfruta del verano con los suyos. Sólo cambian algunos protagonistas, pero la vida, la ilusión permanece inmutable.. Así soy yo y este es mi entorno...
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