10 de marzo de 2010


PALABRAS HUECAS

No somos conscientes pero a veces usamos nuestro rico vocabulario con palabras huecas, frases hechas y estereotipadas, refranes más o menos al uso pero carentes de sentido y de alma. Ese léxico, que magistralmente hicieran universales los grandes de la literatura española, a menudo está vacío de significado. Su perfección semiológica no se corresponde con el grado de espiritualidad que debe desprender y hablamos entre nosotros usándolas ya sea para relatar pasajes de nuestras vidas o para construir gramaticalmente aquella leve incidencia en el trabajo que nos enciende y a veces anula nuestros nervios.
Hablar por hablar no dice nada de nosotros, ni del emisor ni del receptor, y nos convierte en meros parlantes que se mueven en la superficie de la nada. Por eso me gusta escribir y compartir mis impresiones en este blog, porque permite aflorar mis sentimientos; algo según se predica en esta sociedad del estrés y de la prisa, pasado de moda. Lo cierto es que durante los últimos años he aprendido que la precisión, el dardo en la palabra y la medida justa del verbo visualiza plenamente lo que somos y lo que interiorizamos, y a que la postre exterioriza la imagen que se proyecta de nuestro ser.
Soy partidaria de hablar sin tapujos, sin miedos y sin estereotipos, reconociendo abiertamente nuestro amor, cariño y comprensión hacia los demás sin que para ello se nos ruborice el rostro. El resto es caminar por la vida como un maniquí de labios rotos y corazones entrecortados…
La comunicación verbal y no verbal que en su día estudiaran los expertos en teoría de la información sigue estando a la orden del día; quizás para evidenciar que muchos y muchas cuando hablan no transmiten nada y que la desconfianza a quien lo hace en demasía va en aumento de forma proporcional.
Una humilde reflexión personal que muchos deberían hacerse cada día quizás para comprender mejor que las apariencias son sólo eso pero que el alma lo dice todo de nosotros y de cómo pasamos por la vida.

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